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actualizado a las 01:23
Crónica: Wílder volvió a Bogotá a cerrar una vieja herida
El momento más triste de la hinchada de Santa Fe, y uno de los más felices, sólo tiene un protagonista: Wílder Medina.
Era el 12 de diciembre de 2010. Los hinchas de Santa Fe estaban a la
expectativa por lo que sería una nueva final. Un nuevo título. Una nueva
decepción. El marco, a medias por el arreglo del estadio, era el ideal para una
noche en la que no cabía la derrota.
Minuto 88: llegó el jugador más odiado por la gente
en El Campín. Apareció, de la nada, para mandar un bombazo de media distancia.
Fueron 30 metros de expectativa, dos segundos de misterio y una sola certeza:
gol del Wílder. Gol del Tolima. Gol a la ilusión roja.
El golpe casi deja secuelas irreparables en el club. La decepción no
sólo eliminó a Santa Fe en lo deportivo, lo dejó 'knock-out' en lo
institucional. La crisis encegueció al primer campeón. El futuro se convirtió en
una incógnita.
Tres años después, un 'Dejavú' se apoderó de El Campín. Más público,
la misma pasión y un sueño diferente: la Copa. El verdugo de 2010 ya no era el
rival. Ahora era aliado. Vestía de rojo.
La Libertadores le dio espacio a un verdadero conquistador de las
redes. Un conquistador que apareció, de la nada, para alegrar a una hinchada que
lo había sufrido.
Minuto 78: Santa Fe no sabía por dónde pasar. La defensa de
Gremio era una muralla. Bedoya buscaba con Borja, con García. No había espacio.
De repente, Valencia se hizo cargo. Wílder se mostró y creo una pared que sólo
un 10 como Ómar Pérez la podía devolver. La gente se levantó de sus sillas. Los
ojos se abrieron de par en par en las pantallas de TV. El corazón se aceleró
mientras Wílder eludía a uno. A dos. En instantes, Medina quedó frente al gol. Y
sí, como en aquella noche de 2010, Wílder mandó un nuevo bombazo. Uno de alegría
con un toque sutil. Certero. Era el gol de Santa Fe y el paso a cuartos de final
de la Libertadores.
Wílder pagó su deuda. Casi que de la misma forma en que la había adquirido. Sin
embargo, el estadio que había quedado mudo hace tres años por un gol suyo, esta
vez rugió. Rugió al son de los goles y las lágrimas de su nuevo goleador. El
goleador que regresó para cerrar una herida, que dejó de serlo, en una noche
copera. Inolvidable.
Tomado de Terra
Tomado de Terra
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